“Grande es aquel que no ha perdido su corazón de niño”
A través del tiempo el concepto de niño ha ido evolucionando, desde que se lo considerara como un adulto en miniatura hasta el concepto actual en que se lo valora como una entidad biopsíquica con caracteres y estructura propia y definida.
Aparte de esta conceptualización biopsíquica del niño (a), es maravilloso referirnos a él o ella en su día, ya que niño (a) es una mágica palabra que encierra tanta sabiduría, inocencia, candor, virtud, dulzura, energía, sencillez, sinceridad, vitalidad y sobre todo ternura y mucho, mucho amor.
Por ello, al celebrar el Día del Niño (a), es importante que los adultos nos comprometamos a brindarles ambientes óptimos donde puedan desarrollar todas sus potencialidades y aptitudes físicas, intelectuales y emotivas, ya que son seres únicos, candorosos y creativos que necesitan de las manos sabias y cariñosas de los padres y maestros para encausar adecuadamente en la consecución de sus metas, ya que desde el medio ambiente en que viven les llegan modelos y estímulos que influyen en el comportamiento infantil, siendo éste el resultado de la historia vivida por el niño.
Debemos además protegerlos y cuidarlos de todos los peligros que existen en nuestra sociedad (delincuencia, drogas, abandono, etc.) y cumplir a cabalidad con sus derechos, especialmente al amor y cuidado de sus padres, a la salud y a la educación.
Enseñémosles la solidaridad humana, el amor al prójimo, la belleza de la naturaleza, a gustar de la buena música y de la lectura de un buen libro.
Sembremos en su tierno y receptivo corazón la idea de que los bienes materiales no son todo en la vida, que existen valores más grandes como tener un buen amigo, una familia unida, ser ciudadanos ejemplares, tener una patria llena de valores culturales y principalmente tener principios y valores morales que les harán hombres y mujeres de bien.
ROMANCILLO DEL NIÑO QUE TODO LO QUERIA SER
El niño quería ser pez;
metió los pies en el río,
que ya no quiso ser pez.
El niño quiso ser pájaro;
se asomó al balcón del aire.
Estaba tan alto el aire
que ya no quiso ser pájaro.
El niño quiso ser perro;
se puso a ladrar a un gato
Le trató tan mal el gato
que ya no quiso ser perro.
El niño quiso ser hombre
empezó a ponerse años
Le estaban tan mal los años
que ya no quiso ser hombre.
Y ya no quiso crecer;
no quiere crecer el niño
Se estaba tan bien de niño…
Pero tuvo que crecer.
Y en una tarde al volver
a su placeta de niño
el hombre quiso ser niño
pero, ya no pudo ser.
Manuel Benítez Carrasco